La Familia Aguirre
El viernes por la noche, llegó una
llamada a la comisaría de Curton. Era un hombre diciendo que estaba esperando
afuera de la casa de su hermano, Juan Aguirre, y no contestaba. Tocó el timbre
y lo llamó durante media hora y no hubo respuesta.
La policía no tardó mucho en llegar.
Tuvieron que romper la puerta para entrar, revisaron toda la casa y no había
nada. Hasta que llegaron al baño. El hombre estaba en la bañera hundido en un
charco de sangre. Unos minutos más tarde, le avisaron a la familia que Juan estaba
muerto. Todos se quedaron impactados y lloraban tristemente. La policía científica se encargó de investigar la escena del crimen
y los forenses estudiaron el cadáver.
Días más tarde, la policía les entregó
el informe de la investigación: Juan había sido asesinado entre las 19:00 y las 20:00 horas del viernes, a través de cinco puñaladas.
Su hermano,
entonces, decidió contratar a
un detective para averiguar quién lo había asesinado, ya que no confiaba
en la policía local. Por ello Ana, su madre, le recomendó a un detective que
encontró en internet llamado Pedro Rodríguez. Pablo no confiaba, pero ante la
insistencia de su madre decidió contactarlo, el detective le pidió un tiempo
para poder atender otros asuntos.
Luego
de unos días, Pablo, su hermano, volvió a contactar al detective para saber
cómo iba su investigación. Pero antes de hacerlo
recibió una carta de Pedro:
-Pablo, voy a comenzar con la
investigación, pero antes necesito ver la escena del crimen e inspeccionar el
cadáver de tu hermano.
Pablo accedió.
A la mañana siguiente, Pablo, Pedro y
Ana fueron al lugar de los hechos. La mujer estaba muy nerviosa, era comprensible,
su hijo había muerto…
Al llegar Pedro comenzó a investigar, aunque no parecía hacerlo bien, era un poco
torpe.
Pasaban las horas y parecía que no estaba descubriendo nada. De pronto algo le llamó la atención, era una pulsera de
diamantes rota en la rejilla.
Ana, antes de poder sacarla se
descompuso.
Fueron al hospital, la revisaron ,pero no le
ocurría nada, ella estaba muy rara. Pablo la acompañó hasta su casa, pero Pedro
no se dio por vencido y volvió a la escena del crimen, logró sacar la
pulsera con cuidado para intentar
saber de quién era por las huellas digitales.
Al enterarse de todo eso, Pablo y Ana
quedaron muy impresionados con la habilidad del investigador. Ellos no creían
que pudiera hacerlo.
Días más tarde,
Pedro contactó a Pablo para hablar de algo grave. Se trataba de que la
pulsera tenía la huella digital de Ana. Pablo no lo podía creer, él estaba muy
asustado.
Al enterarse de todo, la policía
decidió interrogar a los dos posibles asesinos; Pablo y Ana.
Después de días de investigación, Pedro
fue a preguntar a los conocidos de Juan a ver si sabían algo de la pulsera de
diamantes que habían encontrado en la rejilla del baño. Mientras Ana y Ricardo,
el padre de Juan, planeaban un funeral muy caro porque Ricardo era dueño de una
empresa de plástico que daba
mucha plata, y Ana insistía con que el marido le entregase plata para
comprarse cosas, como si no le importase la tragedia.
A todo esto, Pedro encontró a una
vieja amiga de Ana y que conocía a Juan desde chiquitito, preguntó por
la pulsera y le dijo que era de Ana, Pedro, confundido fue a la preparación de
funeral de Juan y habló con Ana sobre el tema. Notó que Ana estaba un poco nerviosa.
Que ella transpiraba y le temblaban las manos. Cuando
Ana se dio cuenta de que Pedro sabía, le dio
una excusa para irse y se fue.
Pedro informó a la policía y la
buscaron por la ciudad hasta que llegó una llamada a la comisaría diciendo que
habían hallado a
una mujer muerta que se había tirado de un edificio. Cuando llegaron a
la escena vieron que era Ana, revisaron el auto y había un diario íntimo que decía “Planes”, donde contaba lo que había hecho Ana. Matar a
Juan como un comienzo, mataría luego a su otro hijo y a Ricardo para quedarse con toda la
plata de la empresa, pero, en caso de que algo saliera mal, ya tenía planeado
un suicidio para no ser encarcelada. Que según ella era peor que morir.
Desde ese momento fue
uno de los casos más conocidos de Argentina.
¡Muy buena corrección!
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